Investigaciones en Suiza y España sobre las turbias finanzas del rey emérito Juan Carlos I, quien ha salido de España para vivir en el extranjero, han reabierto las discusiones sobre la validez de la monarquía española.

En círculos exclusivos de Madrid, el rumor había estado circulando durante semanas: Acorralado por escándalos financieros que no parecen terminar ni desvanecerse, el rey emérito Juan Carlos I se preparaba para irse al exilio.

Los susurros demostraron ser verídicos de una forma espectacular, con el exmonarca yéndose de España esta semana.

En una carta publicada en la página web de la familia real, Juan Carlos le dijo a su hijo, el Rey Felipe VI, que se iba del país debido a “las repercusiones públicas de ciertos episodios de mi pasada vida privada”.

Los aturdidos españoles se quedaron jugando un juego de adivinanzas sobre el paradero del hombre que reinó durante casi 40 años hasta que renunció a la corona en el 2014.

Algunos medios españoles ubicaban a Juan Carlos en una playa caribeña de República Dominicana, mientras otros aseguraban que estaba en el vecino Portugal.

Para Juan Carlos, quién nació en el exilio en Roma, las cosas han dado un giro a su inicio debido a un escándalo financiero que ha dejado a algunos españoles cuestionando la validez de la monarquía.

Reiniciando el debate

Poco antes de la abrupta partida de Juan Carlos, ha surgido un sentimiento republicano en un país que históricamente ha mantenido una compleja relación con la institución de la monarquía.

En todo el país hay 637 plazas, calles o edificios públicos que llevan el nombre de Juan Carlos, pero desde la salida del exmonarca de 82 años, muchos de éstos están en la mira de españoles enfurecidos con la familia real.

Estudiantes en Madrid exigieron que la Universidad Rey Juan Carlos cambie su nombre, con una petición por internet recogiendo 41.000 firmas al día miércoles.

“Casos de corrupción que involucran a la familia real siguen apareciendo, torpedeando la imagen de la monarquía que se había presentado a sí misma como “saludable” y “humilde”, dice la petición.

En Gijón, en el norte de España, las autoridades dicen que cambiarán el nombre de la Avenida Juan Carlos I porque el nombre del exmonarca ya “no representa los valores institucionales, morales y democráticos de nuestra sociedad”, según la portavoz, Marina Pineda.

Pedro Sánchez, el primer ministro, de tendencia socialista, dijo que la salida de Juan Carlos permitiría al Rey Felipe gobernar mejor durante un período de inestabilidad ocasionado por la pandemia del coronavirus.

Sin embargo, Pablo Iglesias, líder del partido de extrema izquierda Unidas Podemos, el aliado de minoría en la coalición de gobierno con los socialistas, condenó  la salida de Juan Carlos mientras afronta una posible investigación en España.

“Tarde o temprano, los jóvenes en nuestro país fundarán una república en España”, dijo Iglesias.

Una encuesta del diario derechista ABC, que apoya la monarquía, encontró que el 68 por ciento considera que Juan Carlos hizo mal en irse de España.

Javier Sánchez-Junco, un abogado de Juan Carlos, dijo que su cliente no estaba tratando de escapar de la justicia al irse al exilio y que seguiría estando disponible para los investigadores.

Escándalos

La caída del monarca que es respetado por algunos en España por contribuir a la democracia tras la muerte del dictador General Francisco Franco, empezó en 2018 en Suiza cuando un fiscal inició una investigación de las turbias finanzas del exmonarca.

El fiscal abrió una investigación sobre la ex amante de Juan Carlos, Corinna zu Sayn-Wittgenstein, y sobre el ex abogado y el ex asesor financiero de Juan Carlos, los cuales tienen sus oficinas en Ginebra. Todos niegan cualquier delito. El exmonarca mantuvo una relación con Sayn-Wittgenstein, una empresaria londinense, entre el 2005 y el 2009.

a investigación suiza, que se centra en el posible lavado de un “regalo” de 100 millones de dólares que Juan Carlos recibió del fallecido rey Abdalá de Arabia Saudita en 2008, aún sigue en marcha.

Juan Carlos está ahora también bajo investigación, por primera vez, por la Corte Suprema de España por su papel en supuestos sobornos por un contrato para la construcción de un tren bala en Arabia Saudita.

En marzo, luego que el diario inglés, The Daily Telegraph revelara que Juan Carlos y su hijo eran beneficiarios de un fondo basado en Panamá creado en 2008 con 100 millones de dólares que fueron descritos como una “donación” de Arabia Saudita, el Rey Felipe emitió un comunicado renunciando a cualquier herencia financiera de su padre. Juan Carlos también perdió en ese momento su asignación financiera de la monarquía.

En medio de un casi diario goteo de revelaciones periodísticas sobre su padre, Felipe VI estaba cada día bajo mayor presión para distanciarse del exmonarca.

Finalmente se alcanzó un acuerdo.

Que los reyes se vayan al exilio no es nada nuevo en un país donde los españoles han mantenido una larga y complicada relación con sus monarcas.

Alfonso XIII, el abuelo de Juan Carlos, salió al exilio en 1931 cuando los españoles votaron en favor de una Segunda República. El ex monarca vivió parte de su juventud en Italia, luego en Portugal, antes de regresar a España para convertirse en el nominado sucesor del general Francisco Franco.

Una figura popular

Juan Carlos fue aplaudido por ayudar a sostener una nueva y frágil democracia tras la muerte de Franco en 1975.

En 1981, cuando policías armados dispararon sobre las cabezas de aterrorizados legisladores en el parlamento español en un intento de golpe de Estado, Juan Carlos pronunció un discurso televisado respaldando la democracia y logró hacer retroceder a los golpistas. El golpe fracasó.

A pesar de su amor por las corridas de toros, los yates y las mujeres con las que no estaba casado, el rey fue una figura popular.

Todo esto empezó a ir mal en el 2012 cuando Juan Carlos tuvo que ser llevado en avión a España tras un accidente durante un safari secreto para cazar elefantes en Boswana, mientras era acompañado por la inglesa Sayn-Wittgenstein. Esto ocasionó indignación en un país que trataba de sobrevivir una profunda recesión económica.

Sin embargo, El País, el diario izquierdista de Madrid, afirmó que no era el momento para que España sufriera una sacudida sísmica al abolir la monarquía.

«Aquellos que se aprovechan de la caída de gracia de Juan Carlos I para reabrir el debate sobre la monarquía, deben preguntarse si más allá de la legitimidad de la demanda republicana, tiene ahora suficiente consenso para traducirse en una reforma constitucional. La información indica lo contrario”, dijo El País, en un editorial.

Algunos comentaristas creen que una república no sería la respuesta para un país marcado por la política divisiva.

“Creo que la monarquía no está bajo amenaza porque la alternativa, una Tercera República, sería mucho peor”, dijo a la Voz de América (VOA), William Chislett, un periodista que entrevistó al padre de Juan Carlos, Don Juan, en 1977.

“España es un país tan polarizado que un presidente conservador o socialista serían un desastre. Lo que podría pasar luego es que Juan Carlos devuelva una parte del dinero involucrado en esto, pero eso no ocurrirá pronto”, agregó.

Pilar Eyre, una escrita y experta en asuntos reales, dudó que España se vuelva una república porque los dos partidos principales del país apoyan la monarquía.

“Los dos partidos, los socialistas y el conservador Partido Popular, están a favor de la monarquía y se necesita su respaldo para cambiar la constitución y permitir un referéndum sobre la república, dijo Eyre a la VOA.

Un portavoz de la Casa Real declinó hacer comentarios.

Cuando Felipe llegó al trono en 2014, habló de una “monarquía renovada para los nuevos tiempos” y se comprometió a “escuchar, entender, advertir y aconsejar”.

El Rey español afronta una lucha cuesta arriba para convencer a muchos de sus súbditos sobre la validez de la monarquía.