En pleno debate sobre el Brexit de 2016, distintos medios como The Telegraph informaron de que la reina Isabel II había apoyado durante una cena privada la salida de Reino Unido de la Unión Europea. En 2017, no obstante, muchos vieron en el sombrero azul plagado de flores amarillas que llevó durante su discurso del nuevo año parlamentario un guiño a la bandera europea. Lo seguro dos años después, no obstante, es que la discusión sigue dominando la agenda política británica y alcanzará su punto crítico el mes que viene, cuando todo parece indicar que la prolongada salida de Reino Unido de la Unión Europea se hará realidad gracias a la holgada mayoría parlamentaria que el primer ministro Boris Johnson logró anoche en las elecciones generales.

Tiene por tanto interés preguntarse cómo afectará el Brexit a los intereses de la reina Isabel II, y si la familia real tiene más motivos para estar más contenta que triste por la victoria de anoche.

La respuesta corta es que, al menos en lo institucional, el Brexit no le afectará gran cosa: además de reina, Isabel II seguirá siendo jefa de la Commonwealth y cabeza de la Iglesia de Inglaterra. El principal quebradero de cabeza para la familia real británica está en Escocia, donde recordemos que la familia real británica tiene en Escocia algunas de sus posesiones más queridas -entre estas, el castillo de Balmoral-. Aunque en el referéndum para la independencia escocesa de 2014 ganó el “No”, el Brexit ha alentado la secesión, y así anoche el partido independentista SNP vio aumentar sus escaños en el parlamento británico, desde donde prometen luchar por un nuevo referéndum.

El melón de los referéndums podría además poner en peligro los intereses de la Corona de abrirse en otros territorios de la Commonwealth como Australia, que aunque por el cariño que se tiene a Isabel II no han rechazado hasta ahora la monarquía, podrían pedir una votación para la república una vez la reina muera. Según otras opiniones, la salida de la Unión Europea podría alentar por el contrario al Reino Unido a fortalecer los vínculos con los países de la Commonwealth, una organización en la que la Corona británica juega un papel mucho más destacado y decisivo que en Bruselas.

Es no obstante en lo económico donde el Brexit podría perjudicar más a los Windsor. Según una información del Sunday Telegraph de 2016, Sandringham Estate, la finca que la reina posee en el condado de Norfolk, perderá 700.000 libras al año una vez que el Brexit se produzca y Reino Unido deje de recibir los fondos de la Política Agraria Común -la PAC-, mientras que las granjas que posee en Windsor perderán 300.000; un agujero de un total de un millón de libras en las finanzas de la reina. El príncipe Carlos, otro gran lugarteniente y un apasionado de la agricultura y la ganadería, perdería por su parte cerca de 100.000 libras anuales por el mismo motivo.

Dado que el acuerdo sobre el Brexit aún no es definitivo, habrá que esperar no obstante a conocer los detalles del tratado final para calibrar esos daños económicos que supondrá para los Windsor.

El color azul del sombrero de la reina, por cierto, se debió a la pura casualidad, o al menos eso reveló recientemente Angela Kelly, su modista oficial, aunque será inevitable que hoy volvamos a buscar pistas en su atuendo para calibrar el grado de cariño con el que recibe en palacio a Johnson.