Mussolini para «despertar los institos de izquierda»
El comediante italiano Leo Bassi encarna a Benito Mussolini para «intentar despertar los instintos de la izquierda contra la amenaza de la extrema derecha».
El monólogo «Yo, Mussolini», que representa estos días en la Sala Mirador, en Madrid, comienza diciendo: «He decidido que si hay una vuelta al fascismo hay que dejarlo en manos de profesionales». A partir de ahí Bassi, de 67 años, va vertiendo críticas contra la pasividad, a su juicio, de la izquierda, mientras aporta tintes biográficos de Mussolini y pone el foco sobre los «grandes intereses económicos que están detrás». La izquierda «no responde a la amenaza de la extrema derecha con la energía que debería. Su única respuesta son palabras como la solidaridad. Antes la izquierda era revolución», cuenta.
A su juicio, «la izquierda es demasiado intelectual. Y siendo solo intelectual no es posible combatir a la derecha». Su tradición de «clown», como se presenta al final de una de las funciones para la entrevista, le lleva a estar cerca del pueblo.
Y desde esta cercanía trata de «despertar los instintos de la izquierda», al igual que la extrema derecha «habla a los instintos, como el racismo o la lucha contra el feminismo». Siempre le resaltaron a Bassi su parecido con Mussolini, un papel que quería interpretar desde hace mucho tiempo.
Así que comenzó a preparar, desde el punto de vista de un clown, este espectáculo pero «viendo su historia descubrí que no era tan fácil y decidí ser mas fiel a ella». Como, por ejemplo, haciendo notar que «el poder económico utilizó a la extrema derecha por miedo a una revolución rusa».
Ahora, dice Bassi, «el capitalismo ha ganado y ya no necesita al fascismo. Le basta con que la gente consuma y vea televisión».
El actor saca a relucir un «testamento» de Mussolini escrito en marzo de 1945, un mes antes de su muerte, en el que se muestra «arrepentido» del fascismo. «Lo que yo quería era que los italianos se transformaran en Mussolinis, pero se pusieron a mi sombra», afirma el dictador.
Bassi, que espera llevar su espectáculo a América Latina, termina recetando al espectador «ser dictador de su propia vida».
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