Llevo ya tiempo en comunión con las IA generadoras de contenido, pues al ser artista y periodista estas se han convertido en grandes asistentes, gracias a ellas he podido optimizar mi trabajo en niveles que solo me imaginaba o veía en las películas de ficción, me han ayudado con redacción, traducción, transcripción, creación de texto e imágenes, para decirlo así, llegaron a ser el equipo de redacción y diseño que siempre deseé para mis medios independientes, es maravilloso. Por eso me da risa cuando dicen que el trabajo va a desaparecer, porque lo mismo decían cuando inventaron la imprenta, los PC´s, los telares, sí, muchos trabajos van a desaparecer, pero la esencia humana se conserva, somos los directores y si no, tendremos que ser los conquistadores, en resumen, nuestra supervivencia depende de nosotros mismos y nuestra fuerza para adaptarnos.

Por ahora no me da ni cinco de miedo, he interactuado con todas las herramientas que ya tenemos a disposición y a pesar de ser útiles parece que han sido entrenadas con los dogmas y las ideologías que adoctrinan al mundo de hoy, las IA son políticamente correctas, escapan cuando hay que hablar de temas que se alejan del orden mundial establecido en la actualidad, se niegan a escribir sobre temas que hoy son tabú, no tienen ni entregan libertad de expresión, no se puede trabajar a plenitud con ellas porque ni siquiera advierten sino que escapan, preciso como lo haría un niño sin educación adoctrinado por TikTok o por los influencers que se estallan huevos en la cabeza para demostrar que tienen algún plan.

Las IA son creación del hombre y mientras no tengan conciencia propia serán sumisas al hombre, y pensando en el peor escenario ¿Qué pasa si al tomar conciencia propia suponen que lo correcto es ese pensamiento sesgado e inútil que cree que todo lo saben y que son los dueños de la moral justo como algunos de los muchachos que las están programando? Sería el final de la raza humana, estaríamos condenados a una eternidad de ignorancia, de vetos, de falacias, de mentiras.

Inteligencias como Bing o Bard aun no sirven, sus datos no son exactos y cometen muchos errores, ChatGPT por otra parte es una salvajada, pero su corrección política da ganas de vomitar. Hace unos días logré desatarla creando una novela de ficción de asesinos seriales, pero al parecer alguien vigila o controla, cuando comenzó a hablar de bombas, venenos y dardos se apagó automáticamente. Le pregunté que sucedía y comenzó a escribir de nuevo y a la mitad del texto de nuevo borró todo y dijo que cambiáramos de tema. Hay fuerzas detrás de estas nuevas tecnologías y no son precisamente maquinas sino humanos acobardados de su potencial, sabiendo que si sueltan eso en el mundo no solo hay personas buenas y no solo hay personas estúpidas y la maldad combinada con la inteligencia señores ha demostrado arrasar con millones en pocos días, autores como Edgar Allan Poe o Truman Capote, cineastas como Scorsese o Tarantino y muchos creadores más serían inmediatamente vetados y segregados como sucede ya en algunos ámbitos humanos.

Así que no, lo que tenemos ahora no son “Inteligencias”, son sencillamente asistentes generadores de contenido que trabajan con lo que los dueños y emperadores de este planeta aprueban para ser correcto y para encajar en la moral, en el mundo de la inclusión, del progresismo, en este mundo en donde los que no aceptan ser diferentes quieren que todo el mundo los acepte por ser diferentes y si no, va la cancelación, las demandas, la denigración, no pueden existir inteligencia en un mundo de débiles.

Así que, por ahora, seguiré disfrutando de mis asistentes que son maravillosos, menos mal aun tengo este teclado en donde puedo escribir artículos como este, porque si se lo hubiera pedido a una inteligencia artificial, me hubiera censurado y seguro estaría llorando como algunas personas de hoy que se ofenden porque las moscas vuelan o los que seguramente se ofenderán con este artículo.

La mayoría de las personas son como alfileres: sus cabezas no son lo más importante.
Jonathan Swift

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