La poesía ayuda a los médicos estadounidenses a curar
El dr. Daniel Becker se despierta alrededor de las 4:30 de la madrugada todos los días, se sirve una taza de café, y luego desaparece en su oficina durante una hora.
Allí, escribe poemas antes de empezar su día tratando pacientes. Becker es médico en la Escuela de Medicina de la Universidad de Virginia, y se encuentra entre un número creciente de médicos estadounidenses que están abrazando el poder curativo de la poesía.
“Escribir poesía me hace sentir una intensa curiosidad por la gente y por saber cómo llegaron a mi consultorio, no sólo por sus diagnósticos y la lista de medicamentos y resultados de laboratorio, sino también por saber cómo es para ellos confrontar una enfermedad crónica o una enfermedad aguda”, dice Becker.
La poesía lo hace escuchar mejor junto a sus camas, dice. En su poema, “Visita a domicilio”, escribe sobre el ir a ver a un paciente en Southside Virginia, una “anciana con pelo eléctrico y ojos petrificados”. Antes de encontrarla en la cocina, pasa por su casa “del porche a la parte de atrás, generaciones continuadas”. Ha ido en auto hasta allí con una enfermera.
The nurse is the guide, telling me
how to greet other drivers,
lift two fingers from the steering wheel,
only two, show some restraint;
[La enfermera es la guía, diciéndome
cómo saludar a otros conductores,
levantar dos dedos del volante,
sólo dos, muestra algo de moderación;]
El papel de la poesía en la curación
La poesía ha tenido un papel importante en la curación. “Podemos mirar hacia atrás a través de la historia y de muchas culturas diferentes y ver ejemplos de curanderos en un sentido amplio que utilizan la poesía para ayudar a las personas a hacer frente a la enfermedad”, dice el dr. Rafael Campo, médico de la Facultad de Medicina de Harvard y poeta galardonado.
Becker se refiere al gran poeta estadounidense Walt Whitman, que a menudo se sentaba con los pacientes durante la Guerra Civil en los hospitales de Washington. Becker señala en su poema “Premio al mejor narrador de historias”, que Whitman dijo que un poeta “saca a los muertos de sus ataúdes y los pone de pie”. Becker entiende que los escritores y los médicos no siempre ven la misma historia.
In a tale about a man who crosses a river
listeners feel the breeze and the motion
while doctors recall that case of disembarkation vertigo
[En un cuento sobre un hombre que cruza un río
los oyentes sienten la brisa y el movimiento
mientras los médicos recuerdan ese caso de vértigo al desembarcar]
Becker se pregunta “cómo hacer que un verso de poesía sea percibido por todos”.
En el siglo XIX, el británico John Keats se dedicó a la poesía a finales de su carrera como cirujano y se convirtió en uno de los más grandes poetas ingleses. Hoy en día, señala Campo, las revistas médicas estadounidenses, incluyendo el Journal of the American Medical Association y los anuarios de Medicina Interna (Annals of Internal Medicine), tienen secciones enteras dedicadas a la poesía de los médicos.
“Recibo 200 propuestas al mes y sólo puedo publicar un poema a la semana”, dice Campo, que es editor de poesía de la revista médica Journal of the American Medical Association. “Hay mucho interés”.
Campo comenta que busca poemas que “me pongan los pelos de punta y me lleguen al corazón”.
Darle una voz a la gente
“Una de las razones por las que la poesía es tan potente es porque le da voz a la gente”, dice Campo. Nos permite escuchar realmente la voz de otra persona y estar presentes en su experiencia”.
Campo anima a los pacientes a escribir en sus diarios sobre sus enfermedades. Y ocasionalmente comparte sus propios escritos con los pacientes.
La dra. Irène Mathieu, pediatra de la Universidad de Virginia, ha escrito poesía desde que era estudiante de medicina. Ahora, a través del Centro de Humanidades y Ética de la Salud de la universidad, enseña a los estudiantes de medicina sobre el poder de la poesía en la curación. “Están muy entusiasmados con ello”, dice. “Incluso los estudiantes de medicina que no tienen formación poética lo entienden inmediatamente”.
Para muchos médicos, la poesía es la medicina que ellos mismos necesitan. Exploran una impotencia en los límites de su poder de curación y la angustia de ser testigos de tanto sufrimiento y muerte. Campo escribe en su propio poema “What I Would Give” (Lo que yo daría):
What I would like to offer them is this,
not reassurance that their lungs sound fine
or that the mole they’ve noticed change is not
a melanoma, but instead of fear
transfigured by some doctorly advice,
I’d like to give them my astonishment
at seeing rainfall like the whole world weeping
and how ridiculously gently it
slicked down my hair; I’d like to give them that,
[Lo que me gustaría ofrecerles es esto,
no la seguridad de que sus pulmones suenen bien
o que el lunar en que han notado el cambio no es
un melanoma, pero en lugar de miedo
transfigurado por algún consejo médico,
me gustaría darles mi asombro
al ver la lluvia como todo el mundo llorando
y lo ridículamente suave que
me ha alisado el pelo; me gustaría darles eso,]
“La gente está muy ocupada y podemos quemarnos en nuestros trabajos”, dice Mathieu, que también es editor de la sección de humanidades de la revista Journal of General Internal Medicine, que publica poemas. “A veces lo que la gente necesita es una inyección de una experiencia sensorial que les haga recordar por qué están haciendo esto en primer lugar”.
Campo está de acuerdo: “Nuestras palabras vienen de este lugar en lo profundo de nosotros que no requiere ningún entrenamiento formal. Este es un trabajo que viene del corazón”.
La redactora independiente Linda Wang es la autora de este artículo.
Los poemas tienen todos los derechos reservados (©) y han sido traducidos con permiso de los autores.