Fue de un momento a otro en que todo quedó en silencio, los conciertos, los espectáculos en bares, las obras de teatro, toda actividad que implicara público y aglomeraciones sencillamente dejó de existir dejando en un limbo a cientos de miles de personas que se dedican a ello. Han pasado los meses y se han reactivado casi todos los negocios, incluso los deportes, pero las artes escénicas siguen muertas.

En la mayoría de países latinoamericanos, los gobiernos olvidaron al sector y no le brindaron ayudas, por el contrario, la ignorancia se hizo presente con los toques de queda y la ley seca como si el virus fuera vampiro y se levantara a trabajar en la noche a contagiar borrachos y se acostara al amanecer para que la gente de bien pueda ir a trabajar sin peligro. El manejo de la pandemia por parte de la mayoría de países ha sido un fracaso absoluto y un nido de desesperos y decisiones absurdas. Un siglo después nos dimos cuenta que estamos casi al mismo nivel de lo sucedido con “la gripe española”.

Y muchos pondrán el grito en el cielo diciendo y clamando que la vacuna estuvo lista en un año y que se ha trabajado bien, pero esto no es real, el mundo colapsó y hablando del tema que nos interesa en este artículo, las artes escénicas murieron, ya no existen. Los bares cerraron, las tarimas se desmontaron, algunos escenarios funcionan como plazas de mercado, la persecución sistemática al sector sin ayudas por parte de los gobiernos que han gastado millones en soluciones obsoletas e inútiles enterraron miles de negocios, de bandas, de teatros, de compañías, productoras, etc.

El regreso va a ser muy duro, fuimos los primeros en cerrar y seremos los últimos en abrir, pero no importa, porque las artes no son importantes, porque a diferencia del fútbol o del beisbol no produce esa cantidad de dinero, al fin y al cabo, somos un poco de borrachos y “artistas” que no le sirven a la sociedad. O al menos eso es lo que se percibe en la actualidad.

Este es un réquiem por los millones de personas que perdieron sus trabajos, que cerraron sus escenarios en todo el planeta, por esos músicos que están transmitiendo en casa, por esos actores que hacen ahora teatro por Internet, por los roadies, los stage managers, los técnicos, los ingenieros de audio, los artistas y todos los que en este momento no sabemos que hacer con nuestra vida. El show debía continuar, pero no lo hizo y probablemente cuando pueda hacerlo ya muchos habrán tirado la toalla.

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