Una de las grandes diferencias entre los países que mejor funcionan y los que no, es la capacidad de mantener el servicio de luz de manera constante, en Latinoamérica y otras partes del mundo esto no sucede. En la “comodidad” de las ciudades la gente da por sentado que un mundo hiperconectado es una realidad y eso es una de las ilusiones más peligrosas que estamos creyendo.

Estoy escribiendo este artículo con la batería de reserva de mi computadora portátil, en algún momento esta se apagará y quedaré a merced de quienes controlan la electricidad, mi teléfono celular, aunque tiene un plan de datos como el de todos ustedes también se apagará si no regresa el fluido eléctrico. Me parece increíble que es este momento de la historia en donde la gente habla del mundo hiperconectado, en el que la pandemia obligó a cambiar los modelos y el teletrabajo es lo que manda, en el que Internet se hizo vital, un interruptor puede marcar la diferencia entre la actualidad y mandarnos de regreso a la época en que las lámparas eran de aceite.

Y yo soy un poco afortunado porque la ciudad en donde vivo tiene un clima agradable todo el año, pero qué sucede en esas ciudades en las que la temperatura es muy alta y requieren de refrigeración para algunos medicamentos o de aire acondicionado en las clínicas o en lugares de trabajo, suponiendo que tengan aire acondicionado porque a diferencia del primer mundo tenerlo en estos países es un lujo que muy poca gente se puede dar, pero duermo con un C-Pac, que es una máquina para prevenir la apnea del sueño, cientos de personas duermen con esos aparatos, en Barranquilla, Colombia, se fue la luz y un hombre murió porque el respirador artificial al que estaba conectado se apagó y así a cada minuto suceden cosas similares que solo las sufre quien las vive y no están en la conciencia de nadie, es un mundo de conciencia individual, “mientras yo esté bien, los demás no importan”.

Cuando se va la luz en estos tiempos nos damos cuenta de lo inútiles que nos hemos vuelto y de la dependencia a la tecnología que hemos desarrollado, es increíble como una persona como yo, periodista, músico, escritor, perdió la capacidad de hacer las cosas a la antigua usanza, recuerdo mi maquina de escribir que use hasta entrados mis veinte, tengo mis guitarras acústicas pero me gusta mucho más tocar las eléctricas, me encantaba leer libros de papel, pero ahora prefiero los PDF´s y ver películas. Y mis hijas sufren aun más, porque al menos yo puedo ir a cocinar o tocar la guitarra de palo, pero ellas entran en pánico, se tornan blancas del miedo, es un terror inminente como si la electricidad fuera el oxígeno, se quedan mirándome con los ojos enormes y preguntando “¿a que horas regresa la luz?” que traducido en realidad significa “a que horas regresa la vida?

Así que todo esto es una ilusión, mientras haya alguien con el poder de apagar el interruptor seremos sencillamente cavernícolas conectados a una pantalla, en el momento que quieran, nos regresan a la caverna con hambre, con frío y con sed, ¿Qué sucede si estalla una guerra? ¿Qué sucede si les da por apagar todo? Piénsenlo y comiencen a invertir en palomas mensajeras.

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