Arsamés era el nombre de un antiguo rey persa, también es el nombre de la banda de Death Metal iraní que ha sido capturada y acusada de tocar música “satánica”, de ir contra el islam y de corromper a la juventud del país.

A pesar de tener una carrera desde 2002 y de haber participado y circulado en festivales de varios países y de todo el circuito de la región representando el sonido duro de Irán, para el gobierno de su país no son motivo de orgullo y representan una amenaza a la moral, a la religión y la misma sociedad.

Así como lo leen, en pleno 2020 en el mundo siguen ocurriendo situaciones que nos hacen pensar si en realidad somos “libres” o al contrario esa “libertad” está sesgada en cada región dependiendo de la moral y la cultura de turno.

No es la primera vez que sucede algo así en Irán, de hecho, géneros como el rock o el Hip Hop son considerados Haram, lo contrario a Halal que es música buena según el gobierno, algunos géneros como la música persa o un tipo de pop han pasado este filtro.

En Irán la música debe ser aprobada antes de ser grabada y por eso el Metal y el rock se desarrollan en el underground y la mayoría de veces las bandas buscan sellos en el exterior para distribuir su música, mucha de ella poco producida por la dificultad de hacerlo.

Hace unos años la banda Confess también enfrentó a la justicia iraní y terminaron encerrados y sentenciados a 14 años y muchos latigazos (sí, latigazos) por el mismo “delito”, tocar una música que los religiosos extremistas no toleran, al final en 2017 lograron ser liberados a la espera de una “nueva sentencia”.

Esto no es nuevo en el planeta, en Colombia, por ejemplo, la furia de un concejal radical religioso logró en 2019 que varios conciertos de Metal fueran cancelados, a pesar de que es un estado laico, así se repiten estas escenas en el mundo supuestamente en donde reina la “libertad de expresión”.

Por ahora la banda Asamés no está tras las rejas, enfrentan una condena a 15 años de prisión, fueron arrestados, pagaron la fianza y están aguardando el desenlace, la decisión que la ley tomará sobre su delito: Contar la historia desde una óptica diferente.