Natacha Durán fue amante de la velocidad y de vivir al límite. Al límite en más de un sentido, como cuando llegó de Madrid a Buenos Aires, a fines de la década del 90, para probar suerte en el mundo del espectáculo.

Su figura escultural, y su mirada seductora le abrió la puerta de la televisión; fue parte del primer elenco de Rompeportones , una creación de Hugo Sofovich, y más tarde cambió de hermano y se fue con Gerardo para hacer El nieto de Don Mateo (encarnación del popular programa a cargo de Miguel Ángel Rodríguez), además de pequeñas participaciones en una decena de programas.

Aunque su figura era lo primero que llamaba la atención, junto a su sensualidad a la hora de mostrarla, Natacha siempre se sintió una actriz y bailarina. En este último rol formó parte de Pinti canta las 40 y el Maipo cumple 90 , espectáculo con el que el comediante le rindió tributo a la sala que tan bien albergó sus éxitos. En ese espectáculo no solo demostró lo excelente bailarina que era, sino que hasta se animó a cantar, con ese acento único de su España natal. Más acá en el tiempo también acompañó al Negro Álvarez en algunas de sus incursiones veraniegas.

La pasión de Natacha eran «los fierros». Tanto autos como motos la deslumbraban, le gustaba la velocidad. Por eso,  la convocaron de El Garage TV . Ya instalada en la Argentina, pudo demostrar que su conocimiento estaba a la altura de su belleza. Dos programas: Rutas peligrosas Crazy Tuning le abrieron las puertas de un nuevo público, a la par que reafirmaba su presencia como conductora. Paralelamente, su carrera de actriz la llevó a participar del thriller Laberintos de hielo , producción realizada íntegramente en Bariloche, y protagonizada por Jimena Cyrulnik.

Lamentablemente, su camino terminó mucho antes de lo que todos hubieran querido. Además de un ciclo de trasnoche por eltrece, en el que se desempeñaba como notera, una de sus últimas apariciones en televisión abierta fue en el ciclo infantil 100% Lucha . Allí se reveló como fan del «campeón del pueblo», Vicente Viloni, quien tanto en la ficción como en la realidad compartía con ella una pasión por las motos.

Más tarde se mudó a Playa del Carmen, donde en los últimos años condujo eventos y realizó entrevistas para el Instituto de Cultura y las Artes de Playa del Carmen . La entidad le dedicó en sus redes una sentida despedida, y atribuyó su deceso a un accidente doméstico.