Roldanillo, un pueblo del Valle del Cauca que ha padecido como pocos la violencia de los narcos, hoy es referente del arte nacional con el museo Rayo, pero sufre los estragos del COVID-19 por falta de visitantes.

Desde que abrió sus puertas en 1981, el museo Rayo se ha convertido en el faro que le devolvió la luz a este territorio tras los terribles años que el narcotráfico y la violencia dejó en Roldanillo y en otros pueblos del norte del Valle.

El museo fue creado por el fallecido artista Omar Rayo, pintor colombiano nacido en esa región, que dedicó su obra a la figura geométrica en tercera dimensión: arte óptico que plasmó en cuadrados, rectángulos y líneas en zigzag, en colores blanco, negro y rojo.

“¿Un museo en un pueblo? Lo calificaron de loco al maestro Rayo en esa época”, cuenta Juan José Madrid, secretario general del museo internacional.

El objetivo de Rayo era descentralizar la cultura, explica Madrid. “Él decía, los artistas también nacemos en la provincia (…). Los pueblos, aquellos que están lejos de las grandes ciudades, también deben tener contacto con el arte y con eso rompió esa gran limitante que había en el país”, agrega el funcionario.

La construcción del museo duró 10 años, la idea nació en 1971 y fue inaugurado en 1981. Cuentan los habitantes de Roldanillo que, desde que Rayo abrió sus puertas,  la historia de este municipio ubicado a un par de horas de Cali, capital del Valle del Cauca, se partió en dos.

Atrás quedaron los relatos marcados por la violencia producto del narcotráfico, ahora su economía avanza en torno a la agricultura, el arte y el turismo, y por esa tradición fue catalogado por la Gobernación del Valle como un “pueblo mágico”.

Las paredes de las viviendas que rondan el parque principal están pintadas con las tonalidades de los atardeceres, en su parte superior, cenefas inspiradas en los intaglios que inmortalizaron a Rayo y que lucen, además, réplicas de las obras de  Lucy Tejada, Diego Pombo y Pedro Alcántara, otros nombres notables de la cultura y las artes plásticas en Colombia.

El firmamento de Roldanillo sirve de marco para la práctica de deportes aéreos y en las calles se expone el talento de los niños que cada año compiten por un puesto en algunos de los tres museos viales que adornan las entradas y salidas del municipio.

El vecino Adrián Miranda, afirma que su pueblo es un museo a cielo abierto: “Es de mucho orgullo salir siempre a cualquier cosa cotidiana en el pueblo y sentirse dentro de un museo siempre, ver las obras de artistas colombianos en las fachadas de las casas, grafitis de nuestros artistas, los museos viales con las pinturas de los niños y todo lleno de color, es un privilegio de pocos”.

Filomena Franco, sirve tintos en su negocio ubicado en el centro del parque, lleva ocho años haciendo café para los turistas, ha sido su fuente de ingreso para llevar el sustento a casa, pero, las ventas, dice ella, después del coronavirus ya no son las mismas.

“Aquí teníamos turistas todo el tiempo, gente de Estados Unidos, Ecuador, Brasil, Francia… mejor dicho, de todas partes del mundo, pero desde que el pueblo está cerrado por el virus, esto ya no es lo mismo”, dice Filomena.

La pandemia del COVID-19 llegó al pueblo mágico. El virus se cobró la vida del hasta ahora único contagiado y desde entonces, se extremaron las medidas de prevención. Sus habitantes ya cuentan 67 días de encierro. El museo Rayo permanece cerrado y busca recursos para su sostenimiento. Sin embargo, nadie en el pueblo duda que, una vez más, Roldanillo saldrá adelante.